
La actividad física se define como cualquier movimiento del cuerpo producido por los músculos esqueléticos que resulta en un gasto energético superior al nivel de reposo. Esto incluye desde actividades cotidianas como caminar, jugar y practicar deportes, hasta tareas domésticas como barrer o lavar los platos. Sin embargo, las actividades físicas que ofrecen mayores beneficios para la salud son aquellas que se realizan por disfrute, aumentan el ritmo cardiaco y se practicas de forma regular.
La actividad física aporta numerosos beneficios, por ejemplo, mejora el bienestar emocional, debido a su efecto positivo en el control de síntomas de depresión, ansiedad y estrés. También, ayuda a mantener un peso saludable y a aumentar la masa muscular, lo que reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, trastornos musculo esqueléticos y diabetes tipo 2. Finalmente, la actividad física practicada en parejas o grupos fomenta relaciones sociales saludables y desarrolla habilidades como el trabajo en equipo, la disciplina y la resiliencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea el volumen de actividad física para diversos grupos (infantes, adolescentes, adultos, mujeres embarazadas, personas con discapacidad, adultos mayores). Sin embargo, en términos generales los niños y adolescentes deben realizar al menos 60 minutos diarios y los adultos menos 150 minutos de actividad física moderada a vigorosa a la semana. Esta debe incluir actividades aeróbicas (que aumenten la frecuencia cardíaca durante más de 30 minutos) y ejercicios de fortalecimiento muscular dirigidos a los grupos musculares del tronco, piernas y brazos.

La promoción de la actividad física puede realizarse a nivel de individuo y poblacional (por medio de políticas públicas). Algunas estrategias para aumentar la Actividad Física a nivel individual son i) incorporarlas en el día a día, por ejemplo, usar escaleras en lugar de ascensores, caminar o andar en bicicleta para desplazamientos cortos, colocar la impresora en un lugar alejado para evitar largos periodos sentados, etc. ii) agendar semanalmente sesiones regulares de ejercicio que sean agradables y motivadoras iii) Iniciar con pequeñas dosis de actividad física e incrementar progresivamente su duración, frecuencia e intensidad.

Finalmente, es fundamental recordar que las lesiones durante la práctica de actividad física pueden llevar a la interrupción de la misma, desmotivando a las personas y alejándolas de un estilo de vida activo. Por ello, es esencial implementar estrategias para prevenir lesiones. Por ejemplo, realizar un calentamiento suave para preparar músculos y articulaciones; mantenerse hidratado, preferiblemente con agua; e incluir una vuelta a la calma progresiva y estiramientos al finalizar las rutinas para relajar los músculos.
En conclusión, existen diversas maneras sencillas de aumentar la actividad física en todos los grupos poblacionales. Es fundamental practicarla de forma segura, lo que implica incrementar la frecuencia, intensidad y duración de manera gradual, así como adoptar estrategias para prevenir lesiones.